“Según un estudio, la música y el lenguaje tienen un origen común, ya que en el ámbito neurológico han evolucionado juntas en los últimos dos millones de años. También conocemos que la música estimula la zona del cerebro que registra el placer, un mecanismo básico para la supervivencia. Y que no todos escuchamos del mismo modo: gracias a imágenes obtenidas por Resonancia Magnética Funcional, se ha observado que la actividad cerebral en un músico es diferente de la de una persona sin formación musical.”
Pero hay más estudios científicos que revelan qué provoca que unos vivamos para la música y que otros no lo hagan, aquí van:
“Se ha conseguido comprobar, por ejemplo, que los músicos tienen en la corteza motora, especialmente en las zonas que controlan el movimiento de las manos y los dedos un número mucho mayor de conexiones nerviosas que la gente que no toca un instrumento. Del mismo modo que con el entrenamiento musical, y aún más si se empieza a edades tempranas, el cerebro desarrolla habilidades específicas relacionadas con las áreas auditivas y visuales. Todas ellas, regiones concretas donde se acumulan circuitos neuronales especializados que trabajan en equipo con una misma finalidad. La música es capaz de activar los circuitos de recompensa y motivación del mismo modo que lo hace la actividad sexual, la comida cuando llega a manos de una persona hambrienta o la dosis de droga en un adicto.”
“En 1989, experimentos en los que algunos músicos realizaron pruebas mentales con música, indican que la música y otras destrezas creativas, como las matemáticas (ciencia a la que va estrechamente unida) y el ajedrez, involucran patrones precisos de descargas eléctricas de millones de neuronas cerebrales (Leslie Brothers y Gordon Shaw, Models of Brain Function publicado por R. Cotteril, Cambridge: Cambridge University Press, 1989).
(Alfred de Musset).
Yolanda Pérez
Para más información ver
http://www.animalmusica.com/index.php?name=Sections&req=viewarticle&artid=7&page=1